lunes, 25 de octubre de 2010

PODÉS LEER EN LA 6º FERIA DEL LIBRO MDP

HOLA AMIGOS TALLERISTAS, EGRESADOS Y EX TALLERISTAS:
DELAPALABRA cumple sus primeros 20 años y me gustaría compartirlo con todos y cada uno de uds que han pasado por los grupos.
Para festejarlo y reencontrarnos tenemos un día y hora en la 6º FERIA DEL LIBRO. Será el 8 de noviembre a las 19hs. Compartiremos una mesa de lectura con aquellos que quieran sumarse a la propuesta. Para quienes no se acuerden ya cómo se escribe o no se animen, igual me gustaría verlos, darnos un abrazo y por qué no comer una pizza al término de las lecturas para recordar viejos tiempos, charlar sobre los nuevos y proyectar los futuros. Los espero (si van a leer algo, vengan un ratito antes para anotarlos y saber de antemano cuántos minutos tendrán para su exposición)

domingo, 24 de octubre de 2010

ya saíó LA AVISPA Nº 49

Amigos:
Acá está LA AVISPA Nº 49 que será presentada en la 6º Feria del libro MAR DEL PLATA, PUERTO DE LECTURA el 5/11 DE 20 A 20:30 HS en la Sala 1; en el Teatro San Martín de la ciudd de Buenos Aires el próximo sábado, el 7/ 11 en sierra de los Padres y el 11 /11 en Mar de Ajó.
Reenvíen esta mensaje a sus contactos así el avispero seguirá creciendo.¡Que la disfruten! Esperamos su colaboración para festejar juntos los 10 años de la revista con el nº 50
Un abrazo

www.delapalabra.com.ar/revistaLA.htm

miércoles, 20 de octubre de 2010

de Fernando Bonatto KAFKA Y LA FURIA

KAFKA Y LA FURIA

Al encontrarme luego de muchísimo tiempo con Federico José Correa, me acordé inmediatamente de la paliza que le pegó a Gastón Rodríguez Núñez.
Lo reconocí a pesar del pelo blanco y la vigorosa panza que soltaba botones de su camisa mientras tomaba Cerveza en La Modelo, casi como si nada hubiera pasado en los cuarenta años transcurridos desde la última vez que nos vimos.
Lo saludé e inmediatamente me invitó a sentarme con un ¡que alegrón hermano! Me parecía verlo aquella tarde cuando, sobresaltando a Carniquicho que dormía su siesta perruna en la esquina de la París, le pegó una trompada en la cara a Gastón de manera tal que saltaron sus lentes por el suelo, le empezó a sacudir de las solapas de un lado para el otro como si fuera un pelele mientras gritaba una y otra vez –yo no soy un Joseph K pedazo de alcahuete.
Gastón casi no se defendía y cuando Federico dejó de pegar, acomodando sus ropas Gastón masculló ya vas a ver con Simón Polito ya vas a ver. Esa amenaza enfureció a Federico de tal manera que le volvió a pegar y no paró hasta que le contuvimos. Al separarse, Federico le gritó en la cara algo que nos hizo pensar que se había vuelto loco- No me mires que no soy un libro de esos que lees nada más para ver si hay algo peligroso.
Nos tuvimos que ir porque alguien ante el tumulto había llamado a la Primera y la policía estaba en camino.

A pocos días de la pelea, recuerdo haberme encontrado con Federico en El Tirol, estaba como hoy tomando cerveza y en compañía de Kathy a la que todos le teníamos hambre, le pregunté que le había pasado con Gastón, apenas señalando a Kathy de manera que me fuera me dijo- tenés que leer a Kafka yo no quiero terminar en la Colonia Penitenciaria
Aparte de darme cuenta que quería estar solo con Kathy, no entendí nada acerca de lo que quiso decir.
No nos volvimos a ver, supe que se había ido a trabajar a Buenos Aires y más tarde al interior de la Provincia, luego paso lo sabido, se multiplicaron los Gastones, Simones y Bufones y las discusiones bajo los tilos en las cervecerías, acerca de Freud, Marx, Kafka o Ingmar Bergamnn dejaron paso a una brutalidad explícita cuyas marcas aun sufrimos.


Conversamos un rato de tiempos idos y venidos, yo sabía que Federico se había radicado en otra ciudad .Vine por un trámite me dijo señalando la carpeta .Un trámite para saldar viejas deudas conmigo mismo.
Sonrío con la misma sonrisa de siempre y me preguntó.
- ¿vos querés saber porque le pegué aquel día a Gastón Rodríguez Núñez?
Contesté que sí, que cada vez que lo recordaba o me encontraba con algún amigo común y se mencionaba su nombre, esa tarde en que le había roto la cara a Gastón Rodríguez Núñez era una referencia ineludible.

-Sucede que la mañana de ese día al despertar, pensé que hacer con las cucarachas que acosaban mis pies al ir al baño e inmediatamente recordé a Gregorio Samsa,decidí ir a la ferretería La Argentina que estaba en Diagonal 80 ¿te acordás? a comprar cucarachicida y así andaba, pensando en Kafka y las cucarachas, en El Proceso y en el cuento Ante La Ley, en ese momento me encontré con Eduardo Lumpeti , me dice que tenga cuidado que Gastón, que trabajaba a las ordenes de Simón Polito justo acá enfrente donde funcionaba entonces el Servicio de Informaciones de la Policía.
- Recuerdo, por eso al poco tiempo dejamos de venir a esta cervecería.

-Me lo imaginé ,la cuestión es que acá ,Gastón y Simón eran ayudantes del Cura Bufón que filtraba libros peligrosos entre otras cosas, Lumpeti me cuenta entonces que me habían hecho una ficha, que me había fichado.
Al principio no lo pude creer, no entendía el tema de la ficha y que implicaba la confección de la misma, que clase de acusación o problema me podría acarrear, Lumpeti solo me dijo – es un problema grande y lo dijo con cara de preocupación, aunque como para tranquilizarme afirmó que de todas maneras estábamos todos fichados que en definitiva el tiempo resolvía todo.

Me fui dando manija y manija, fichado porqué carajo, porqué me iba diciendo, de que carajo me va acusar el puto de mierda ese el y el otro sorete de Simón que es chorro de cuarta, que carajo saben de libros esos pelotudos si apenas leen el Patoruzito.Y ahí mismo en 7 y 49 me lo cruce a Gastón y ahí mismo lo cague a palos.
¿Querés saber más? Hoy y quizás porque en la vida nada es casual y por algo nos encontramos después de cuarenta años, acá enfrente ,donde estaba el Servicio de Informaciones de la Policía hoy funciona una dependencia de la Secretaria de Derechos Humanos y si lo pedís te dan el prontuario que te levantaron los tipos aquellos.
Acá esta la ficha que me hizo aquel sorete, es la deuda que vine a saldar.
Agitador disolvente así me habían clasificado, como si fuera un producto de limpieza ¿te das cuenta? y estos descerebrados nos ganaron, más adelante agregaron otros cargos, uno más ridículo que el otro.
Tomo la carpeta y fue hasta un canasto para residuos y tiró la carpeta en el mismo.
La basura a la basura dijo.
Se despidió con un abrazo mientras me decía tenés que leer a Kafka , ah me olvidaba, los polvos con Kathy fueron los mejores de mi vida.

http://poesiayramosgenerales.blogspot.com

lunes, 18 de octubre de 2010

"A resguardo", por Ana María Labandal


"A resguardo"

Las estrellas acompañan mi viaje hasta el campo, me llevan a otras noches. Final de semana del ayer, papá al volante y mamá en la caricia de esa nana apenas susurrada para dormir a Mariana. La opresión en el pecho y este dolor en la garganta son la señal que precede a las lágrimas, recuerdo que estoy sola. Por eso siempre vengo. Al amparo de la negra la soledad se esconde. Cuando la oficina agobia, cuando las paredes me oprimen y el techo se viene encima la vuelta es mi redención. Con Mamá Lupe vuelvo a ser yo, retrocedo al calor del hogar, al aroma a vainilla, bizcochos recién horneados y la falda interminable de la negra tan querida. Cuentos de seres fantásticos vestidos de bondad, que no engañaban, que nunca herían. Ya no hay mamá y papá, ni Mariana. Se fueron aquel día en este mismo camino, cuando los exámenes de la facultad no me dejaron morir con ellos. A veces maldigo mi suerte, hubiera sido más fácil estar muerta pero me obligo a seguir. Me pregunto si dejar transcurrir la vida entre papeles inútiles me hace más viva que ellos.
Puedo ver las luces de la Estancia, la negra me espera, no importa si preparó lentejas o cordero, cualquier comida tiene el gusto de su amor. Hay otro coche en la entrada, lástima; esta noche la quería para mí sola. Necesito descansar, que me mime y no fingir la impostura de reglas sociales que vengo a olvidar. A través del cristal de la ventana se ve un hombre apuesto, no es uno de los vecinos. Quién podrá ser a esta hora. Casi no advierten mi presencia, hablan con voz grave sobre el corazón de Lupe y su avanzada edad. Es un médico. Cierro la puerta de entrada y Juanita corre a mis brazos. Mamá Lupe está enferma. Se desmayó en el jardín hace unas horas. El doctor Cantilo dice que es el corazón.
Miro al médico con angustia; me habrá visto desolada porque de pronto se acerca, toma mi brazo y me lleva al cuarto para que la vea. Me acerco a la cama y abrazo a mi mamá postiza con cuidado, temiendo que se rompa. Huele a vainillas como siempre y siento que volví al hogar. Aquella robusta mujer hoy parece frágil. El hombre dice que con cuidados y reposo mi viejita estará bien. Habrá que incorporar más medicación y llevarla a la ciudad para hacer estudios. Ya es tarde, Juanita invita al Doctor a comer, pa´que la señorita Agustina no coma sola… y usté dotorcito no va a encontrar nada abierto en el pueblo. Me explica que vive solo, que todavía no encontró mujer pa´que lo atienda.
Nos sentimos bien, juntos. Hace mucho que no estaba cómoda con alguien. Pasaron varias horas desde la cena, ya casi amanece. Nos sorprendimos con secretos ocultos que guardábamos en rincones sin registro. Juan se despide con la promesa de venir al terminar el día, después de cerrar el consultorio. Ensaya un saludo cordial, lo acompaño hasta su auto deseando algo más. Ahora calla y se detiene en mis ojos, baja a mis labios y sé lo que sigue. Las manos son fuertes y me calientan los hombros helados por el frío de la madrugada o por el deseo de sentir una caricia; me besa y sacude las mariposas tanto tiempo dormidas. Nos separamos con una promesa en la mirada, la necesidad de ser felices un instante, lo que dura el rayo. Estoy lista para volver a sonreir. No importa cuánto dure ni con cuántas lágrimas habré de pagar el precio.

La mañana está soleada, Juan se fue temprano al pueblo, siempre apurado por volver a casa y a mis brazos. Mamá Lupe sigue estable pero débil, me necesita. Es hora de devolver lo que me dio con tanto amor. Viajo a la Capital cada vez menos, ya casi liquidé lo más urgente. Sólo espero que el bebé me dé tiempo para terminar mi último trabajo, aunque me asustan sus volteretas y pesa en el vientre. La soledad se alejó de mi vida; ya no siento frío ni tengo miedo del futuro. Encontré mi lugar en el mundo en este rincón querido, estoy con mi gente. Vislumbro el porvenir. Me veo envejecer con calma en la hamaca del frente, o junto al fuego en invierno, rodeada de hijos, de nietos, de Juan. Quiero ser la Mamá Lupe que mima, consuela y abraza sobre una falda mullida; que cuenta historias fantásticas de seres inventados para mitigar el dolor que una no puede evitar pero sí hacer más leve.

domingo, 17 de octubre de 2010

Mandala

Mandala
Marcelo Parra

El ave agita sus alas, se posa en la balaustrada verde de un viejo balcón. Su graznido baja en ecos hasta el valle.
El hombre se vuelve hacia su mujer, acepta un mate, hace frío. La mirada marchita es atrapada por un rayo de luz que ilumina una cuna, vacía. Los berreos ausentes han apagado hasta el silencio en el rancho. La carpintería abre temprano, se tiene que ir. Abre la puerta.
Entra al quirófano donde todo está listo para la intervención. Lo han llamado a las cuatro de la mañana, no pudo negarse, la niña muere. Se ha levantado aturdido, evitando pisar las botellas junto a la cama. El monitor acusa una presión de 8/4, el latido es débil. Con mano temblorosa roza la mejilla de la pequeña. La grave voz del anestesiólogo flota desde el otro lado de la camilla “la paciente está lista doctor, puede proceder”. La enfermera seca su angustia.
Una sombra planea partiendo en dos el cielo.
Bisturí.
El corte es preciso, la milanesa cae sobre las otras, delgadas fetas de carne sacrificada. Doña Inés, al otro lado del mostrador, parlotea chimentos del barrio. Ríe con la boca, ríe con pechos generosos, carne que pide el sacrificio. Los ojos melancólicos la observan. Hay una ausencia que es otro cuchillo en su mano, tomado por el filo. La voz danzarina de la muchacha reverbera en oleadas, como venida desde un pozo cavado en el fondo de un pozo. Terminada su función, la mujer se va con sus carnes.
Una niña resucitada se presenta. “Corazón” pide. Su cabello brilla a trasluz de la puerta. Su pura presencia arranca una sonrisa imposible en el hombre de los cuchillos. Mas allá, una silueta negra flota en la altura.
Se dirige a la cámara frigorífica en busca del corazón, qué tan frío ha de estar.
Entra.
Las raquetas se hunden en la nieve, dificultan el paso. La llanura infinita es un manto blanco derramado sobre la tierra. El sol, un disco mortecino recortado en el horizonte. La sombra del hombre se alarga. Exhausto, obligado a caminar contra el viento, hunde su cabeza en el pecho. El oso lo persigue hace dos días. Sabe que puede oler su carne, está hambriento. Lo ha visto a lo lejos, separados por una grieta providencial. Su aldea está a dos jornadas de camino. Quizás la primavera, sinfonía de hielos en fuga, llegue antes que él. Trepa trabajosamente una loma empinada; al llegar a la cima lo ve. Erguido sobre las patas, olisquea el aire, que se vuelve una masa lechosa entre el oso y él. Corre hacia el viento, donde una zona de hielo flojo, al borde del precipicio lo atrapa. Alcanza a oír el graznido del ave que vuela sobre él.
Salta.
Cae en el agua azul de la piscina, junto al Mediterráneo. La Isla Santorini resplandece irradiando al mar el brillo de villas blanqueadas a la cal. El aire cristalino centellea inmóvil entre las copas rojas de Campari. Reconfortado, se seca mientras mira con aprobación a la morocha en la hamaca. La bikini negra le queda muy bien, sobre todo el sostén, ausente. El sol juega a las escondidas en la piel cobriza de la mujer, bajo el techo de cañas. La delgada línea blanca de cocaína, sobre la mesa, atrae su mirada. Aspira con placer. Buena mercancía, se vende sola. Se recuesta en la blanda reposera, las manos en la nuca, la mirada perdida. Al atardecer, ya sólo, decide visitar la ciudad, a unos pocos kilómetros por la ruta de la costa. Varios clientes están esperando su producto. El canto de un ave se deja oír, lejano. Sube al pequeño deportivo azul. Maneja rápido, mucho mas de lo que debiera, ya que no advierte la cerrada curva junto al océano justo frente al viejo convento Nuestra Señora de los Lamentos. La brusca frenada no impide que el auto caiga en silencio por el acantilado.
Su karma final se incendia en un instante.
Con desesperación aferra la biblia que le ofrece la monja. El obispo en su lecho de muerte, no quiere abandonar este mundo de pecados. La medicina mas cara no ha podido impedir que un demonio voraz en su interior lo devore. Desde las sombras se presenta como surgido de un cuadro de Goya un hombre oscuro. Se dispone a impartirle los Santos Oleos. Aplica el Crisma, dibuja una cruz en su frente. Intenta levantar el brazo, deshacerse del sacerdote, que ahora recita con tono monocorde una plegaria en latín. La liturgia de la muerte, tantas veces ejercida, no le sienta bien al prelado. El miedo es una garra que acaricia su garganta. Quisiera volver a su rutina de impartir perdones y condenas. Su vista cae en el crucifijo sobre pared. Lívido, murmura: “Porque a mi”. Pero su dios torturado hace mucho que ha dejado de responderle.
- Hijo mío, escucho tu confesión (presiona el cura)
- Mentira, no hay quien escuche, para morir estamos solos. Cuando hay vida solo hay
vida. Cuando hay muerte, solo hay muerte.
Las pupilas anochecidas reflejan una silueta oscura, en vuelo al ras del mar, justo encima del horizonte.
La iluminación llega un instante antes del fin.
El cuerpo agotado, el carpintero regresa por la tarde. En la casa espera la mujer, sentada frente a la ventana de la cocina, los ojos enrojecidos, ha estado llorando . Las miradas se cruzan, el beso es intenso, pieles que se redimen. La piedad y la ilusión, la ausencia y el amor, el dolor y el placer, envuelven sus vidas y las vidas de todas las existencias.
El hombre deja abrigo y gorra sobre la silla. Levanta la mano en un gesto, como si fuera a hablar. Pero solo acaricia las lágrimas en los ojos negros.
La mirada absorta en el espacio, agita sus alas, baja hacia el valle, en sereno vuelo espiral, hacia un punto de fuga, inmóvil centro del vórtice, en la balaustrada verde de un viejo balcón.

CÓMO USAR EL BLOG

Por favor: lean la presentación y los comentarios. Ahí está todo. vamos! No es tan dificil; hay que familiarizarse con la máquina, sólo es cuestioón de aprender su lenguaje.

sábado, 16 de octubre de 2010

El amante

Pero mira, lleguemos a un acuerdo.    
No me juzgues con tu mirada  altiva,
 por mi parte, retiro la  ofensiva.
Si bien sabes, que con quererte pierdo.

Y aunque tu desdén sea un puñal que muerdo
no serás de mi pesar la cautiva,
resigno mi amor a tu negativa
que de sobra tengo con tu recuerdo.

Marcharte airosa, pero sin rencores
 con ese, que llamarás tu marido.
No me culpes con tus falsos pudores.

¿acaso no ves, que estoy abatido?
Aleja tus ojos inquisidores
que en vano, atormentarás el olvido.



                                                María

viernes, 15 de octubre de 2010

Para los usuarios del taller en red DELAPALABRA

Amigos y talleristas:
He creado este blog para que podamos compartir durante la semana los textos que quieran ir leyendo, corrigiendo o compartiendo con todos los integrantes de los grupos de estudio y creación literaria DELAPALABRA.
Somos muchos y a veces no hacemos a tiempo de analizar con la profundidad necesaria cada trabajo; por otro lado también traerá beneficios llegar a la reunión habiendo leído el cuento o poema que se presentará en el taller. Uds. podrán tanto subir sus textos como comentar los de sus compañeros y otros. La forma de trabajo será similar a la del taller: indiquen lo que les gusta, lo que no, propongan cambios, sugieran podas, alienten cuando encuentren algún hallazgo. Sean sinceros, claros y breves en sus comentarios.
Espero el entusiasmo de todos y ¡a cargar sus trabajos!
Un abrazo